viernes, 25 de enero de 2008

Pioneros de la arqueología maya

Los edificios más importantes de Palenque son el Templo de las Inscripciones (izquierda), que alberga la cripta funeraria de Pakal, y el conjunto del Palacio, estructura única en el ámbito maya. (Foto JCR)

Aquel año de 1784, que registra la muerte del filósofo francés Denis Diderot, fundador de la Enciclopaedia, don José de Estachería, en su calidad de presidente de la Real Audiencia de Guatemala, comisionó a José Antonio Calderón, alcalde mayor de Santo Domingo de Palenque, población más cercana al sitio, para que hiciera un informe sobre las ruinas.

De Estachería era un hombre de espíritu abierto y las noticias de don Ramón Ordóñez acerca de la extraña ciudad, habían despertado vivamente su interés. Pero aunque Calderón era un fiel funcionario público, no tenía ningún talento para el trabajo arqueológico, por lo que su estudio a lo largo de tres días de lluvia dio por resultado un in­forme breve y superficial con apenas cuatro dibujos. De Estachería se sintió intrigado pero insatisfecho. Un año después (1785) escogió a un profesionista, Antonio Bernasconi, arquitecto real de la ciudad de Guatemala, para efectuar una nueva investigación.

Las detalladas órdenes preparadas para Berasconi revelaban la curiosidad inteligente de De Es­tachería o de algunos de sus ayudantes. Con respecto a las ruinas y a la civilización que éstas representaban, se pedía a Berasconi, por ejemplo, “indagar la edad del asentamiento, el número de pobladores, el origen de sus fundadores, la presencia de murallas defensivas y las causas de su decadencia. Las preguntas acerca de las estructuras pedían el estilo, las medidas y la indicación de los materiales de construcción”.[1]

El resultado decepcionó a Estachería. Berasconi se desempeñó apenas mejor que el inexperto Calderón; si bien los escasos dibujos que presentó fueron por su apariencia más detallados, su informe en cambio era de apenas la mitad de la extensión de las preguntas preparadas para él. Don José envió los dos informes a España, donde Juan Bautista Muñoz, historiógrafo real que trabajaba en la historia de las co­lonias españolas de América, los leyó y solicitó información más específica.

Antonio del Río, precursor de los estudios mayas


En aquél punto —corría entonces el año de 1786—, entra el capitán don Antonio del Río en esta historia. Con él comienza la celebridad de las ruinas de Palenque. El rey Carlos III de España había emitido una Real Orden con fecha de 25 de Marzo de 1786 “relativa a las nuevas investigaciones, que se deben ejecutar sobre las ruinas descubiertas en las inmediaciones del pueblo de Palenque, provincia de Ciudad Real de Chiapa en este Reino”.[2] La designación para explorar el sitio y rendir un informe recayó en el capitán don Antonio del Río, quien tenía que sujetarse a cumplir con ciertos lineamientos, de la misma naturaleza a los que se habían solicitado a Calderón y a Berasconi.

Los preparativos para la expedición fueron retrasándose por diversos motivos de manera tal que, sólo un año y dos meses después, el 3 de mayo de 1787, Del Río pudo llegar finalmente a Palenque. Luego de permanecer tres días en el pueblo se trasladó a las ruinas. El Capitán nunca imaginó las dificultades que enfrentaría para cumplir con la real orden. Cuando vio el Palacio y otros edificios cubiertos por la vegetación, regresó al pueblo para conseguir, por conducto del ya mencionado José Antonio Calderón, indios que le ayudasen en su labor. Con 80 hombres y no más de 50 hachas y machetes volvió a las ruinas.

Por espacio de 16 días tuvo a los indios derribando árboles y cortando maleza. Después de hacer una gran hoguera se dedicó a examinar los edificios. Del Río inspeccionó personalmente el Palacio y acometió su trabajo con tanto entusiasmo que más bien resultó dañino para las construcciones. En su informe escribió: “no habiendo ventana, ni puerta tapiada, ni cuarto, sala corredor, patio, torre, adoratorio y subterráneo en que no se hayan hecho excavaciones de dos o más varas de profundidad, según lo exigía la circunstancia de la comisión”.[3] Fue, puede deducirse, una especie de arqueología salvaje. Algunos comentaristas posteriores se estre­mecían al leer sus palabras, suponiendo que había asaltado y devastado el Palacio como a una fortaleza enemiga.

[1] Brunhouse, Robert L., En busca de los mayas, México, fce, 1992, p. 13.
[2] Del Río, Antonio, “Descripción del terreno y población antiguamente descubierta en las inmediaciones del pueblo de Palenque, jurisdicción de la provincia de Ciudad Real de Chapa, una de las del Reino de Guatemala de la América Septentrional”, en Castañeda Paganini, Ricardo, Las ruinas de Palenque; su descubrimiento y primeras exploraciones en el siglo XVIII, Guatemala, C.A., Tip. Nacional, 1946. p. 48-68
[3] ibid., p. 49.

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