jueves, 5 de noviembre de 2009

"UN TUMBÓN DE PURAS TUERCAS"

De pronto, el martes 31 de mayo, Arnoldo González descubre un orificio sobre la lápida: “es un psicoducto por donde el personaje se comunica con el mundo exterior”, explica, mientras retira un pedazo de tepalcate que obstruye el orificio. Y entonces el cinabrio, mineral de color rojo asociado a la muerte, empieza a salir del sarcófago y todos se ponen una mascarilla.

Ingenioso, Arnoldo introduce un foco diminuto por el orificio y puede ver algo del interior del sarcófago. Y ese día a las 13:55 horas grita con toda la espontaneidad que amerita el momento: “¡Utaa, es un tumbón de pocas tuercas, perdón, pero es que está lleno de jade, ay, ay, ay, esto es el alucine, vengan a ver todos!” Fanny se asoma: “¡Qué maravilla!” y se ríe emocionada mientras escucha a Arnoldo dirigirse al personaje de adentro: “Gracias, gracias”.

En el campamento ya nadie habla de otra cosa y hasta el pueblo ha corrido la noticia del hallazgo. Todo se prepara para, por fin, abrir el sarcófago. Después de la comida todos se dirigen al Templo XIII del que ya nadie saldrá hasta las nueve de la mañana del día siguiente.
La tarde parecía eterna. Hasta que llegó la noche con sus luciérnagas, sus monos saraguatos y sus interminables ruidos animales.

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El Lenguaje de la Belleza

  Fotografías de Juan Carlos Rangel Cárdenas