Era necesario, ahora, ordenar la copiosa información acumulada e iniciar la clasificación de las cuantiosas piezas rescatadas desde 1989. Y, sobre todo, había que hacer un primer intento para aproximarse y descifrar quién era el individuo exhumado. Aquí entraba esa otra parte de la investigación científica que puede parecer gris, sin el brillo y el disfrute del trabajo arqueológico de campo, pero que tiene una importancia capital. Es el “trabajo de gabinete” que muchas veces es visto con desdén, pero que implica el esfuerzo intelectual para la reconstrucción y la interpretación de la información recabada.
Arnoldo me pidió que compilara los diversos trabajos que habíamos realizado. Para él serían de mucho provecho pues tendría a la mano referencias y conocimientos que, de diversas fuentes y épocas, habíamos reunido don Moisés y yo.
En una semana pudimos entregarle a Arnoldo una carpeta con versiones compendiadas de informes, notas biográficas, entrevistas, bibliografía e información hemerográfica, textos, mapas y material fotográfico.
Una deliciosa comida en la casa de don Moisés, bajo un frondoso palo de mango, fue la manera de sellar cuatro intensos meses de trabajo y convivencia. Arnoldo, con muestras de cansancio luego de las últimas semanas de trabajo, asistió para compartir y relajarse. Ya entrada la noche nos despedimos. Yo salía muy temprano para Villahermosa, para de ahí tomar el vuelo hacia la ciudad de México. Un abrazo cerraba esta historia.
* * *
En un abrir y cerrar de ojos había transcurrido un año de mi trabajo en Palenque. En agosto del ‘95 pude viajar a Tuxtla Gutiérrez. Sabía de antemano que Arnoldo estaría en sus oficinas del inah Regional, así que aprovecharía la ocasión para saludarlo. Estuvimos en su casa platicando y recordando aquellos días llenos de vida y trabajo, en Palenque. Hablamos de muchas cosas que grabé sin ningún orden. Luego de trabajar con las cintas hice este recuento:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario